El nombre de nuestra marca viene de dos musas muy especiales: mis dos perritas, Dara y Lissie.
Pero la verdad es que esto no empezó como un proyecto bonito (aunque ahora lo sea). Empezó como un intento de encontrar un poco de calma cuando todo a mi alrededor se tambaleaba (quien tenga un angelito peludo me entenderá).
Cuando a Dara, mi perrita y compañera inseparable, le diagnosticaron cáncer, sentí que el mundo se me venía encima. Vivía con una ansiedad que no sabía cómo gestionar, con miedo, con tristeza… y la necesidad de encontrar algo que me diera un respiro entre tanto caos emocional, aunque fuera por ratitos.
Un día, casi por intuición, empecé a hacer velas. No eran perfectas (de hecho... bueno, digamos que tenían bastante margen de mejora), pero algo en ese proceso lento, artesanal y aromático me hacía sentir en paz. Me di cuenta de que el tiempo que lleva, el detalle, el olor, la cera derritiéndose poco a poco me obligaban a parar, a respirar. Era como si, por fin, pudiera encontrar un momento de calma en medio de todo ese torbellino de emociones que sentía. Y sí, ahí pasó algo mágico.
Llevaba muchos años sin tocar nada creativo. Yo que siempre fui de pintar, recortar, hacer manualidades… había dejado esa parte de mí guardada en un cajón. Pero con las velas, esa niña creativa volvió a asomarse (qué regalo tan bonito me dejaste, Darita, sin siquiera darte cuenta).
Cuando Dara nos dejó decidí seguir. Hacer velas me ayudaba a estar bien, pero también a sentir que, de alguna manera, su esencia seguía aquí, entre aromas y mechas. Que lo que empezó como una manera de sobrellevar, se estaba convirtiendo en algo mucho más grande.
Así es como nació este proyecto, Dara y Lissie.
Un homenaje con nombre propio: Dara, que me acompañó con una ternura infinita, y Lissie, su inseparable hermanita (que sigue conmigo, tumbada, de tanto en tanto, en su cesta mientras trabajo, ejerciendo de jefa de calidad… aunque, a veces, se duerma en mitad del turno, pero se lo perdonamos porque es demasiado adorable).
Desde entonces, cada vela que hago lleva un pedacito de todo esto. No solo cera y aroma, sino mucho mimo, presencia, y el deseo de que quien la reciba encuentre en ella lo mismo que encontré yo: un pequeño respiro, una pausa, un abrazo suave que huele a cosas bonitas.
Porque Dara y Lissie no es solo una marca de velas, es un recordatorio de que, incluso en los días más difíciles, pueden surgir cosas hermosas. Cuando todo parece tambalearse, a veces lo que más necesitamos es regresar a lo simple: a esos aromas que nos envuelven y nos transportan a momentos especiales, a recuerdos que nos llenan el corazón de paz y ternura. Aromas que, sin que nos demos cuenta, nos ayudan a respirar, a reconectar con nosotros mismos y a encontrar calma.
Gracias por ser parte de esta luz,
Tatiana de Dara y Lissie.